27/11/08

La higiene de los dientes

Al principio podemos limpiar las encías del bebé con una gasa o una tela húmeda. Al mantener limpias las encías reducimos el número de bacterias orales y la producción de ácidos, y con ello la erupción dental tendrá menos complicaciones. Cuando erupcionen los primeros dientes y el niño lo permita se introducirá un cepillo infantil de cerdas suaves y mango ancho. A los 2 años se usará pasta dentífrica infantil, utilizando una cantidad similar al tamaño de un guisante y debemos evitar que no se la trague.

Hasta los 6 o 7 años no se considera que el niño tenga la habilidad suficiente para cepillarse los dientes solo correctamente. La mayoría requiere la supervisión de un adulto hasta los 8 años, cuando ya ha demostrado mayor destreza. Debe supervisarse por lo menos dos veces al día: mañana y noche.

Por naturaleza, el niño realizará un cepillado horizontal. Hasta los 6 o 7 años no tiene el desarrollo psicomotor suficiente para aprender a realizar un cepillado de barrido adecuado. Antes de esta edad no hace falta enseñarle la técnica correcta: lo importante es que se cepille los dientes. A los 6 o 7 años puede iniciarse la técnica de cepillado vertical, cepillando desde la encía al diente.Para que el cepillado de los dientes se convierta en un hábito, existen dos factores fundamentales a seguir:

Inicio temprano, al erupcionar los dientes.

La higiene debe ser un acto regular dentro del hogar: al principio la higiene oral puede convertirse en un evento familiar que el niño no debe perderse. De esta manera aseguramos que se cree el hábito que continuará al crecer el niño. Debemos tener en cuenta que el niño aprende por imitación, observando las acciones de sus padres y hermanos.

Lo más indicado sería cepillarse los dientes después de cada ingesta. Por la dificultad que esto comporta, se cepillará por lo menos dos veces al día con una pasta fluorada. Debe insistirse sobre todo antes de ir a dormir, ya que durante la noche el flujo salival está disminuido y las bacterias actúan con mayor rapidez.

La importancia del flúor

El flúor sistémico a través de una ingestión de agua corriente fluorada a dosis óptimas ha reducido el número de caries en un 50-60 % de la población de Estados Unidos. En las zonas donde el agua tiene menor nivel de flúor que el considerado óptimo, la suplementación sistémica mediante gotas o tabletas puede proporcionar la misma reducción en el número de caries. En una situación ideal siempre debería analizarse el contenido en flúor del agua para conocer con exactitud la suplementación necesaria. Los niños deben recibir flúor sistémico, si es necesario, hasta los seis o siete años, cuando aparecen los primeros dientes permanentes. Con la aparición de los dientes permanentes en la boca, si el dentista considera oportuno que hay necesidad de una suplementación ésta debe ser tópica, en forma de colutorio, bien diario (concentración de flúor 0,05%) o bien semanal (concentración de flúor 0,2%). Aparte, y siguiendo los consejos de la Academia Americana de Odontología, el niño recibirá flúor acidulado en forma de gel bianualmente en sus visitas de revisión al dentista. El flúor puede prevenir dos de cada tres caries; por tanto, es un elemento importantísimo en la prevención de la caries.

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